LA PURGA TERAPÉUTICA

       Nací en una familia de clase media, en el verano de 1990. Desde muy chico me llevaban a veranear a Mar del Plata. Tenía unos 5 años cuando mi abuela Celina me enseñó que para meterme al mar tenía que buscar un punto de referencia en tierra: una sombrilla, un cartel, una carpa, el edificio de una marca de alfajores...

        Es que si no conocés las playas de Mar del Plata, tengo que contarte que están divididas por pasarelas de roca llamadas escolleras.

    Mi abuela me decía que el mar es peligroso: "No te das cuenta pero la marea te va llevando de a poco adonde no hacés pie o contra las rocas y te podés lastimar".


           De esto hago un paralelismo con la vida real: la marea es la vorágine, la manada, la rutina, el "piloto automático", como quieras llamarlo.

           A mis 8 años, un día en clase de natación, la profesora nos dijo que nos íbamos a tirar del borde en la parte más profunda de la pileta. Según recuerdo tendría unos 10 mts. Mi sensación al entrar por primera vez en la profundidad fue de querer bracear y bracear hasta la superficie. 

Me parecieron eternos esos metros que hasta ese momento no conocía. Recuerdo el sentimiento en carne propia de eso que me sobrepasó. Pero pude...

Llegué a la superficie... Pude.

           En los últimos meses me he encontrado con distintas profundidades, varias rocas, varios icebergs. Algunos he golpeado, otrxs me han golpeado a mí... algunxs les pude vencer...

          Creo que ante las altas olas, lo importante es no perder el punto de referencia como la sombrilla en la orilla... lo que te salva, las cosas que te hacen bien.

           

    Así como en el rock el instrumento protagonista es la guitarra, en el jazz la trompeta... si tuviera que definir el estilo de música que hago en este momento diría que tiene 2 tipos de instrumentos que son protagonistas: el piano y las emociones.

            Un colega me dijo una vez: "Si no hacés música te volvés oscuro" y es cierto, se ha vuelto una necesidad para mí al nivel de dormir o comer, entre otras cosas que son ingredientes de mi receta para estar bien.



             Lo llamo "La purga terapéutica". No importa lo que pase en la vida. No importa cómo sea la marea: alta, baja, espesa, sinuosa, fétida... Lo expreso en el piano.

              No importa si el público son 10 personas que se paran a mirarte mientras tocas un hermoso piano de cola Kawai de exposición en la Feria de la Música
o millones que sintonizan el canal más visto del país, mientras audiciono con mi Casio CTX800 para Got Talent Argentina después de 8 hs. de fila y un viaje hasta Martínez de 3 medios de transporte bajo una lluvia torrencial.


             

Me saco la mierda en el escenario...

             Me saco la mierda y la transformo...


              Siempre ha estado la música ahí para mí... esperándome. Tal vez sea el amor más incondicional que vaya a conocer en toda mi vida.

           Durante mi proceso, me estoy haciendo consciente de esto. Mi psicóloga me dijo el otro día: "Mirá qué interesante que a pesar de todo lo que te está pasando seguís aferrado a la música".

             En su lenguaje, según la relación terapéutica que tenemos desde hace más de 1 año, interpreto que estoy como Rose estaba en los últimos minutos de "Titanic": subida y aferrada a la tabla que le terminó salvando la vida 😂


              

En definitiva, esto es como el Titanic: pase lo que pase, lxs musicxs tenemos que seguir tocando.




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